Para
que obtenga los resultados esperados de un tratamiento es fundamental que usted
sepa definir cuál es su tipo de piel y escoja de acuerdo con ello las recetas y
los productos apropiados. Básicamente se reconocen cuatro tipos: piel normal,
piel seca, piel grasosa, piel mixta y piel sensible.
Piel
normal: se puede identificar porque es fina, muy flexible, suave,
resplandeciente, con poros pequeños, lo que impide la formación de espinillas o
puntos negros y sin manchas ni brillos. Todas estas características indican que
las glándulas sudoríparas y sebáceas funcionan correctamente, que el sistema
circulatorio funciona perfectamente y que la persona posee un metabolismo
general equilibrado y con una eficiente eliminación de toxinas del organismo. Para
que se haga una idea más clara, es una piel muy similar a la de un bebé o a la
un niño de corta edad.
Piel
seca: es un tipo de piel que no conserva la humedad, es poco elástica, por lo
que tiende a agrietarse y formar arrugas prematuramente. Puede presentar
escamas, aspecto opaco y con poros pequeños. Debe tratarse con productos que le
aporten humedad y grasa.
Piel grasosa: se caracteriza principalmente por su aspecto brillante y la aparición de espinillas y puntos negros, especialmente en las aletas de la nariz y en la frente. La circulación sanguínea es deficiente, por lo que frecuentemente tiene olor cenizo o terroso. Este tipo de piel requiere cuidados especiales y continuos que exigen constancia y paciencia para mantenerla en buenas condiciones; sin embargo, no envejece rápidamente y se mantiene joven gracias a que las glándulas sudoríparas y sebáceas trabajan intensamente.
Piel grasosa: se caracteriza principalmente por su aspecto brillante y la aparición de espinillas y puntos negros, especialmente en las aletas de la nariz y en la frente. La circulación sanguínea es deficiente, por lo que frecuentemente tiene olor cenizo o terroso. Este tipo de piel requiere cuidados especiales y continuos que exigen constancia y paciencia para mantenerla en buenas condiciones; sin embargo, no envejece rápidamente y se mantiene joven gracias a que las glándulas sudoríparas y sebáceas trabajan intensamente.
Piel
mixta: es el tipo de piel más común. Presenta áreas grasosas (la frente, la
nariz y la barbilla) propensas a la formación de espinillas y a tener los poros
abiertos, y zonas secas o normales, generalmente alrededor de los ojos, los
labios, las mejillas y las líneas exteriores del cuello y la frente.
Piel
sensible: se caracteriza por ser sensitiva, manifestada por áreas que se ven
secas, rojizas por la rotura de los vasos capilares (especialmente en la nariz
y los pómulos) y alérgica a los rayos solares, al viento, al frío y a muchos de
los compuestos empleados en la fabricación de productos de belleza.
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